martes, 10 de febrero de 2009

Compositores y sus Intérpretes: ¿una simbiosis?


Simbiosis: Asociación de dos o más individuos de distintas especies, en la que todos salen beneficiados.

y tampoco es que los compositores sean una especie distinta a los intérpretes... pero a veces pareciera...


Quiero reflexionar sobre la importantísima relación entre los intérpretes y los compositores que están vivos, que son de carne y hueso, y tienen las mismas necesidades vitales... en fin, son de la misma especie.


El compositor necesita crear obras y verlas llevadas a un público. Es una necesidad profunda y trascendental y la comparte con sus intérpretes mientras perdure la obra, y en el mejor de los casos eso va aún más allá de la vida del compositor. Hoy en día, con las grabaciones, también puede perdurar la labor del intérprete en el tiempo y en el espacio cautivando a públicos insospechados.

La relación del compositor con sus intérpretes es indispensable para darle vida a la obra.

¿Es también vital la relación de los intérpretes con compositores vivos para estrenar, madurar y en definitiva representar las obras nuevas y seguirlas llevando al público cuando de algún modo trasciendan?

Sorprende gratamente la cantidad de intérpretes que piensan que sí. Duele profundamente la cantidad de intérpretes que manifiestan indiferencia hacia esta experiencia de enriquecimiento mutuo.

Hay compositores engreídos, oportunistas, confundidos, acomplejados, pedantes, desdeñosos, irascibles... y hay intérpretes con características similares.

Hay intérpretes y compositores nobles, generosos, humildes, orgullosos, luchadores, compañeros... Nadie es perfecto.

Hay arte. Hay música. No siempre se comprende, pero casi siempre se intuye su trascendencia.


¿La creación e interpretación de una obra son dos procesos o son dos instantes de un mismo proceso, que es la lucha de la obra por su existencia?


Intérprete sin instrumento no es intérprete (aunque su instrumento sea su voz o su cuerpo). Compositor sin obra no es compositor. Intérprete sin público no completa su misión social. Compositor sin intérprete pierde el horizonte de su misión social.

El intérprete aprende en cada ensayo, en cada ejecución, en cada presentación, en cada grabación, en cada oportunidad para tocar. El compositor aprende en cada compás que escribe, en cada nota, articulación, fraseo, dinámica, indicación, gesto con los que queda comprometido al fijarlo a la estructura de la obra en un sistema de notación. Pero aprende también con cada sonido que sale de la página gracias a la magia del intérprete y al observar las reacciones de los mismos intérpretes y del público, sus comentarios de pasillo, sus miradas y expresiones.


Es obvia la dedicación del intérprete a su oficio, su arte. Horas de estudio, de práctica en sus años formativos y por el resto de su vida, sin contar ensayos y funciones.

Es menos obvia la dedicación del compositor a su oficio.

El resultado puede ser una obra de unos diez minutos de duración, para digamos cuatro o cinco ejecutantes. Estos intérpretes profesionales pueden tardar de una a dos semanas en preparar la obra que será parte del repertorio de una hora, hora y media que presentarán al público. Para ejecuciones sucesivas se requiere de menos trabajo, igual de concienzudo, pero menos trabajo.

¿Cuánto tarda el compositor en crear esa obra? ¿Con qué dedicación?, y esta dedicación ¿paga la renta, el colegio de sus hijos, alimentación, transporte,...? Lo sublime no está divorciado de lo profano.

Cada obra y cada compositor tiene sus tiempos y no siempre es predecible. Depende de los niveles de investigación, abstracción, innovación, lenguaje de la obra y la facilidad misma del compositor, que no garantiza, además, la mejor obra, que no es más que la mejor obra que pueda realizar ese compositor en ese momento.

De todos modos y a manera de ejemplo digamos, basado principalmente en mi propia experiencia, que el compositor podría demorarse unos cuatro a seis meses en crear esa obra de diez minutos para cuatro o cinco ejecutantes, trabajando de dos a cuatro horas diarias, propiamente en el proceso creativo y otras dos a cuatro horas diarias investigando, estudiando, pasando en limpio y editando la partitura y las partes. Exigir más, en un trabajo intelectual de tal concentración no sería razonable, en mi opinión.

Muchas veces el compositor también es ejecutante y necesita un mínimo de tiempo de estudio diario para mantener su competencia técnica.

Para fijar algunas cifras que nos ilustren la realidad, digamos que el compositor al final empleó para componer su obra de cámara de diez minutos cinco meses, trabajando seis horas diarias, de lunes a viernes, aunque muchas veces se trabaja más sábados y domingos en detrimento de la vida familiar. Si calculamos cuatro semanas por mes, estamos hablando de 6 horas/día * 5 días/semana * 4 semanas/mes = 600 horas.

¿Cuánto vale la hora de un compositor según su talento, experticie, experiencia, reputación?

El compositor necesita crear obras.
Crear obras requiere dedicación.
La dedicación requiere tiempo, disciplina, conocimiento, creatividad, motivación.
El compositor requiere financiamiento.

En general las instituciones avalan el trabajo de los intérpretes. Los contrata como solistas, miembros de orquestas y bandas, como profesores de sus instrumentos, reconoce y honra el pago de honorarios por sus presentaciones y por la demostración diaria de sus habilidades desempeñando el oficio de ejecutantes. Al compositor le ofrecen concursos y encargos ocasionales y esporádicos, en la docencia se desempeña principalmente en la enseñanza de herramientas musicales más propios de lenguajes musicales tradicionales y no al ejercicio de la composición.


Los compositores necesitamos el apoyo pleno de los ejecutantes y de las instituciones que los cobijan, necesitamos el reconocimiento para una labor cotidiana, necesitamos impulsar juntos otras maneras de hacer música y necesitamos una mayor comunicación entre nosotros mismos y con el público.